LAS COTORRAS DEL FAKE NEWS, SEGÚN JÓVER
El recurso de las cotorras como elemento central, combinado con el texto, forma un collage visual o una intervención sobre una fotografía urbana muy interesante. Las cotorras, además de ser visualmente llamativas, funcionan como un símbolo de ruido, eco y repetición. La disposición sobre adoquines refuerza la idea de una gran ciudad —el epicentro del bullicio mediático y del discurso vacío—, la gran manzana, el mundo globalizado en el que todo está lleno de palabras, mensajes, discursos vacíos y absurdos, fuera de lugar.
El “bla, bla, bla” tiene un origen interesante que remite a la representación del lenguaje banal y vacío. Aunque se trata de una onomatopeya que imita el murmullo de la conversación sin contenido, fue popularizada como crítica social en la literatura y el arte, especialmente a partir de movimientos como el Dadaísmo. Artistas como Kurt Schwitters o Marcel Duchamp utilizaron el lenguaje repetitivo y absurdo para señalar la vacuidad del discurso en la sociedad moderna. Nada ajeno a los mailartistas, como sabemos.
Jover usa estos recursos para denunciar la saturación informativa y la pérdida de sentido del lenguaje, algo muy presente en nuestra actualidad mediática. La mención de “fake news” refuerza esta crítica, conectando la obra con una problemática contemporánea: la proliferación de noticias falsas y el ruido comunicativo en redes sociales y medios de masas. Las cotorras, conocidas por imitar sonidos sin comprenderlos, son una metáfora perfecta de la transmisión irreflexiva de información y de cómo, en muchos casos, los mensajes carecen de veracidad y profundidad.
La obra conecta directamente con una de las posibles líneas temáticas de la V Convocatoria, PoemX [ConeXión Creativa], al explorar la relación entre lenguaje, comunicación y poesía visual. La idea de “fake news” nos remite a la manipulación del lenguaje, mientras que el “bla, bla, bla” plantea una crítica al ruido comunicativo que obstaculiza el sentido real de la palabra. Esta postal podría ser leída como una denuncia visual y poética de la desconexión entre forma y contenido en nuestra sociedad informativa. Un filón en un aula, por tanto.
La obra resulta efectiva tanto a nivel estético como conceptual. La elección de las cotorras es ingeniosa y evocadora, logrando una metáfora accesible pero no obvia. El texto, aunque mínimo, estructura la interpretación de la imagen y potencia su mensaje crítico. Es una pieza que, en la mejor tradición del mail art, dialoga con el contexto social y cultural actual, invitando al espectador, al alumnado, a reflexionar sobre la palabra, el lenguaje y el ruido mediático.
Y después tenemos el reverso de la postal, que, en Isabel Jover responde a una intencionalidad creativa fuera de toda duda.
Como en otras ocasiones, aparecen sellos de artista, la reivindicación arcoíris, defendiendo la diversidad y un sello, en el margen izquierdo que guarda un mensaje por descifrar. Pero eso, se lo dejamos a los espectadores y al alumnado. Porque una obra de arte, después de las vanguardias, necesita de espectadores activos, que tengan que buscar e investigar el sentido de la obra.
Por lo tanto, para ti, ¿qué intención puede tener dicho sello? Si queréis, podéis dejar vuestros comentarios más abajo.
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